miércoles, 19 de diciembre de 2012

MILANA BONITA

Supongo que todos conocéis la novela de Delibes “Los Santos Inocentes”, donde describe un ambiente de desigualdad social entre una familia miserable y los señores o señoritos a los que sirven.

Resulta tremenda la distancia entre los que viven en el lujo y matan el tiempo cazando –nunca mejor dicho lo de matan– y los que se mueren de asco por faltarles lo necesario para la supervivencia.

Para colmo, el matrimonio Paco y Régula atienden a Charito “la niña chica” minusválida y cuidan de Azarías, amén de otros dos hijos, varón y hembra.

Azarías es el paradigma de la miseria, con el coeficiente intelectual del chimpancé. Pero con las ideas muy claras sobre el bien y el mal, aunque parezca una contradicción.

Paco es el ojeador de las palomas que caza el señorito Iván, que llega a ser obligado a realizar las labores de un perro de muestreo, incluso con la pierna “tronzada” (rota).

Azarías acoge como mascota una “milana”, que, en realidad no es un milano ni ninguna otra rapaz, más bien parece un córvido. Ese es su tesoro y su afecto.

Como quiera que Paco, el señorito, la mata de un disparo, en una de esas gracias que tanto gustan a los psicópatas y/o poderosos, Azarías le lía una soga al cuello, desde el árbol en que se produce el acontecimiento y tira de ella suspendiéndole hasta la muerte.

Parece, y es, la tragedia de la vida. El pueblo llano somos honestos, trabajadores, sumisos, “obedientes y hasta en la cama”, pero

SI NOS QUITAN A LA MILANA MATAMOS AL SEÑORITO. 

No es casualidad que se aplaudiera esa escena en el estreno de la película. Todo un aviso para los que están cruzando el límite de la tolerancia ciudadana.