viernes, 13 de marzo de 2009

EL TIBURÓN

Hermosa presencia y gran depredador de los océanos, resulta prácticamente inútil al ciudadano medio, que acude a las playasalgunos fines de semana, muchos puentes y casi todas las vacaciones. En efecto, cuando se espera que se coma a tu suegra, el escualo se decanta por la señorita maciza que chapotea sin sujetador, con un penoso estilo de natación (como se observa en todas las pelis detiburones); lo que resulta altamente frustrante, dado que es lo único que merece la pena mirar en una playa. Porque, no nos engañemos, los cangrejos los vemos habitualmente en la paella, y son muy feos. Además, la aglutinación de cuerpos semidesnudos sobre la arena,constituyen una panorámica tal, que nos recuerda los documentales del Nacional Geografic, en su descripción de las focas, morsas y leones marinos; y eso ya está muy visto.

Excepción que confirma la regla, son los japoneses, que se comen su aleta, dejando al tiburón vivo y lisiado (los muy bestias). La mayor parte de la comunidad científica opina que su comportamiento agresivo con las señoritas, les viene de este trauma; ya que retornan muy cabreados de la experiencia nipona, con la mala intención de privarnosde la contemplación de la suecas (que ya es mala leche… la de los japoneses).

Tan sólo la pintarroja (o pez lija), pequeño tiburón con la piel recubierta de diminutos huesecillos, a modo de textura de lija, y el marrajo son útiles a los humanos. El primero, porque se puede utilizar para limarnos los callos de los juanetes (con dos pasadas de tiburónsuele ser suficiente). Cuando el pie está hecho un asco, puede recurrirse al gran tiburón blanco, que te lo arregla del un solo bocado. El segundo, resulta de gran utilidad a los pescaderos, que te lo venden por pez espada.

Excepción a parte, son los dentistas (en argentino = maestrosodontólogos), a los que acuden los escualos a repararse las caries y hacerse limpieza de boca, así como retirar los huesecillos del último submarinista, incrustados entre los dientes. Además, les cobran en dinero negro, como hacen con los humanos. Con tanto diente como exhibe el tiburón, se forran de tal manera, que si agitas a uno de estos profesionales, se desprenden euros con facilidad.

Luego está el tiburón martillo, que tiene los morros de esta curiosa forma; pero que si te lo llevas a casa, para que te haga alguna chapuza, no sólo no utiliza su herramienta, ni arregla nada, sino que,c omo tienes que remojarlo en bañera de vez en cuando, en un olvido puede morder a algún ejemplar de tu familia, o, mucho peor, comerse al gato.

Los submarinistas suelen dar espectáculos en vivo con ellos, acercándoseles peligrosamente para darles de comer en la mano, lo queresulta muy aburrido y rutinario, ya que es rara la vez que el escuelo prefiere la mano del buceador, a la sardina que porta.

Como a nadie se le ha ocurrido dar el cambiazo en el la piscina del zoo, de tiburones por delfines, pues tampoco pueden gozar nuestros niños del morbo " a ver que pasaría".

Poco más puede decirse de este decepcionante animal, salvo que comparto su gusto por las señoritas de buen ver.

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